Prisionera de tu amor by Susan Peterson

Prisionera de tu amor by Susan Peterson

autor:Susan Peterson
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2019-12-08T16:55:48+00:00


Capítulo 7

ANDY abrió la puerta de su coche y se sentó en el asiento del conductor.

Es una mujer muy lista.

Cuando su amigo lo miró, Sam no pudo ignorar su amplia sonrisa y pensar que estaba dedicada a él. Se preguntó cuánto tiempo tardaría Andy en empezar a preguntarle acerca de lo duro que debía de ser custodiar a una mujer tan guapa.

—Y muy guapa —añadió.

—¿De verdad? No me había fijado —mintió Sam.

—Claro. Y ahora mismo hay vacas volando por encima de Reflection Lake.

—Lo siento. No las he visto —dijo Sam de manera ausente.

Había centrado su atención en un grupo de adolescentes que estaban jugando a la salida de la biblioteca.

—¿Me estás ignorando? —preguntó Andy.

Sam miró a su amigo.

—No. He escuchado todo lo que has dicho.

—Ya, y mientes cuando dices que no te habías fijado en lo guapa que es la señorita Simpson. ¡Pero si cuando entré en la celda pensé que tendría que ponerte un babero!

—De acuerdo, admito que es atractiva. Pero eso no cambia el hecho de que está chiflada y de que es una mujer complicada.

—¡Lo sabía! —exclamó Andy golpeando el volante—. Estás colado por ella, admítelo… ni siquiera eres capaz de pensar con claridad.

Sam suspiró.

—¿Y qué? ¿Acaso le vas a mandar una nota para ver si quiere salir conmigo?

Andy se rio.

—No hace falta. Ya sé lo que siente por ti.

Sam intentó resistirse a la tentación de preguntarle, pero no pudo.

—Y según tú, ¿qué siente ella exactamente? —preguntó Sam y frunció el ceño—. ¿Y por qué ibas a saberlo?

Andy sonrió ampliamente.

—¡Eres tan ingenuo cuando se trata de mujeres! ¿Qué harías sin mi ayuda?

—Para empezar, sacar más trabajo adelante. Entonces, ¿cómo sabes lo que siente?

—Lo que tú realmente quieres saber es qué siente ella por ti.

—Pues deja de andar por las ramas y dímelo.

Andy se rio.

—No podía dejar de mirarte. Cada vez que te movías, hablabas o respirabas ella te miraba con aquellos maravillosos ojos verdes.

Sam agitó una mano despreocupadamente.

—Eso es ridículo. Solo está nerviosa por tener que estar aquí encerrada mientras tú decides si está en peligro o no.

—¿La tienes encerrada? ¡Menudo diablillo estás hecho!

Sam hizo un gesto de impaciencia con los ojos. Sabía que no conseguiría averiguar nada útil. Andy tenía reputación de ser incansable cuando pensaba que podía tomarle el pelo a un amigo.

—Vamos. Admítelo —insistió Andy—. Te gusta.

—Me gusta el hecho de que es una persona con la que se puede hablar.

—No me interesa saber si piensas que es buena conversadora.

— De acuerdo —concedió Sam—. Es atractiva. ¿Estás satisfecho?

— Pues no. Y por razones personales, necesito saber si vas a invitarla a salir.

—¿Es que te has olvidado de que estás casado?

—No. Pero mi cuñado anda un poco alicaído desde que su novia lo dejó, y estoy buscándole una sustituta. Haley podría ser la persona ideal.

—Olvídalo. Nadie va invitarla a salir mientras esté bajo mi custodia.

—Eso parece un poco posesivo —dijo Andy sonriendo.

—En absoluto. Solo hago mi trabajo.

Andy movió la cabeza.

—Eres triste, Sam.

—Ya estamos —dijo Sam—. Déjalo ya, hazme el favor.

—Por si no te habías dado cuenta, siempre que conoces a una mujer la comparas con Peggy.



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